Llevo 12 años de pareja. Los primeros fueron buenos, como suele pasar. Cuando llevábamos 7 años y ya nada funcionaba bien, me quedé embarazada.

Aunque no somos religiosos para nosotros no era opción abortar, y así fue que nació Joaquín.

Si nuestra relación de pareja ya estaba fría antes, después pasó a ser Alaska. Por esas cosas inverosímiles de la vida, sin buscarlo nos fuimos enganchando con mi cuñado, el hermano menor de mi pareja.

Hicimos de todo para impedirlo pero fue peor. Cuanto más fuerza poníamos para distanciarnos, más juntos queríamos estar. Además, como vivimos a media cuadra y siempre hay temas familiares resulta imposible no vernos.

Una noche de locura termine quedando embarazada. Las contradicciones se volvieron imposibles. Cómo tener un hijo que sería el sobrino de mi marido? Cómo abortar si para mí es eliminar una vida?

Nuevamente decidí tenerlo sin imaginar que la vida se convertiría en un infierno perpetuo. Obviamente que mi cuñado sabe que es el padre, y no el tío.

Delfi ya tiene dos años, que han sido desoladores. Para peor, con mi cuñado seguimos enamorados.

No puedo contarle a mi marido porque sería la destrucción total. Para él su hija es el sol de sus ojos, y ni imagina que en realidad no sólo no es suya sino que el verdadero padre es su hermano.

Las fiestas familiares como cumpleaños, Nochebuena, Año Nuevo, y aquellos eventos en los que estamos todos juntos son un infierno.

Dicen que la verdad nos hace libres, pero cómo contar semejante verdad?

Roxana