–  ¿Alguna vez no se le paró? La pregunta del analista lo descolocó. No esperaba semejante interpelación de alguien tan moderado y racional como su terapeuta.

Con un tono que pretendía transmitir que él estaba para competir y ganar en las olimpíadas de sexo, Santiago contestó que no. Él era todo un semental. Problemas sexuales tendrían los homosexuales y los débiles, pero él era un hombre.

El silencio del analista hizo que Santiago considerara que su infalibilidad podía tener alguna connotación negativa. Consultado del porqué de aquella pregunta, el doctor Varela -un profesional de setenta años de edad- sólo atinó a reflexionar -«qué lástima, hubiera aprendido muchas cosas». Y dio por terminada la sesión.

Santiago salió del consultorio entre aturdido y enojado. ¿Qué le pasaba al infeliz del terapeuta? ¿Se habría vuelto senil? ¿Puto? Si bien alguna que otra vez no había tenido una erección, él no tenía esos problemas. Su performance sexual era excelente. ¿Qué querría transmitirle con aquella enigmática reflexión? ¿Y qué era lo que habría perdido de aprender de una situación tan bochornosa y frustrante? De hecho; ¿habría algo que incorporar?

Recordó que en una entrevista de trabajo con uno de los empresarios más importantes del país, había pasado algo parecido. El hombre de negocios le había preguntado si alguna vez había bochado una materia en la facultad. La orgullosa negativa de Santiago, había generado una mueca en la cara de su interlocutor, quien inmediatamente la habría explicado:

 -«Los fracasos ayudan a crecer y a fortalecerse. Cuanto más tarda uno en tenerlos, más demora en volverse fuerte. Y después de cierto tiempo, aprender se torna casi imposible porque las personas se acostumbran a no equivocarse y la única forma que tienen de asegurar eso es no corriendo ningún riesgo. Es como las vacunas; hay un tiempo para aplicárselas y desarrollar la inmunidad…»

Pasarían quince años antes de que empezara a entender a su terapeuta.

Llegó la noche de la catástrofe.  ¿O sería más preciso redefinirla como la del gran proceso de aprendizaje? Con enorme talento, Santiago se levantó una mina impresionante que después de varias horas de tragos, charlas y bares, lo invitó a su departamento. Fuera por la hembra que tenía enfrente, por el alcohol, el preservativo, sus 40 años, o la exigencia del macho alfa, lo cierto es que después de un rato, no pudo sostener la erección.  Se acordó del maldito Varela y también del dicho zen:»quien no tenga dificultades al principio las tendrá mucho peores más adelante».

Como no estaba dispuesto a retirarse como un eunuco, tuvo que buscar otras maneras de seguir adelante. Con algo de ingenio, bastante creatividad, y sobre todo, mucha determinación pudo llegar a buen puerto y todos contentos.

Mientras regresaba a su casa más contento por haber sido capaz de revertir la partida que por el encuentro sexual en sí, varias reflexiones corrieron por su ser. De las múltiples enseñanzas que el fracaso tenía para transmitir, había dos excluyentes. La primera, que no afectaba lo profundo de las personas.

El hecho que uno estuviera por debajo de un estándar de expectativas podría afectar la reputación de uno, pero no a quien uno era. Salvo que uno le diera demasiada importancia a la mirada que los demás tenían sobre sí mismo.

Si él no hubiera podido terminar, la chica habría estado en todo su derecho de pensar que Santiago era un nabo. Pero eso no lo convertía a él en un nabo.

Por otra parte y tal como le había enseñado aquél empresario,

el fracaso tenía la virtud de templar el espíritu. De enseñar a volverse a poner de pie e insistir. A aprender a encontrar otras maneras de avanzar.  Y comprender que lo más importante no sería lograrlo sino moverse en la dirección correcta. Uno nunca podría elegir las cosas que le pasarían en la vida, pero siempre podría elegir como reaccionar frente a ellas.

Mientras regresaba a su casa, Santiago tuvo ganas de llamarlo a Varela para agradecerle. Pero eran las 5 de la mañana y hacía años que había muerto.

Artículo de Juan Tonelli: El fracaso como proceso de aprendizaje.

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