-Estoy leyendo la biografía de Rafael Nadal, y hay cosas muy interesantes.

-¿Por ejemplo?

-No son conceptos que me resulten nuevos, pero leerlos en boca de alguien excepcional como él, me llama la atención.

-¿Y por qué Nadal es alguien excepcional?, -provocó el Maestro.

-Uy, no me fastidies. Es un tenista excepcional. Por lo demás, ya sé que va al baño como nosotros, se indigesta como cualquier persona, y tiene peleas de pareja al igual que todos.

-Es que si comprendieras eso, sabrías que pese a que obtenga resultados extraordinarios en el tenis, también experimenta los mismos pensamientos y emociones que cualquier persona cuando juega al tenis. Contrario a lo que sostiene nuestra sociedad, no es un extraterrestre. Pero sigamos; ¿qué te llamó la atención?

-En primer lugar, y al igual que yo, siente miedo.

-¿Y no era obvio?

-No para mí. Creía que alguien tan encumbrando como él, no tendría temores. El hecho que resolviera circunstancias muy difíciles con tanta valentía me llevó a pensar que no sentiría miedo.

-Cuanto daño hacen nuestros prejuicios, ¿no?, -filosofó el Maestro.

-Por otra parte, también me llamó la atención su entendimiento de que todo pasa.

-¿Qué querés decir?

-Que aún en los momentos más adversos, él tenía la lucidez de saber que su rival no podría seguir manteniendo un nivel excepcional, y entonces resistía con esperanza.

-¿Y por qué te llamó tanto la atención?

-Porque en mi caso, por mucha menos adversidad, me rendía. Nunca tuve un umbral tan alto a la frustración.

-O tal vez tenías otro prejuicio…, -soltó el Maestro con un tono inquietante.

-No entiendo.

-Tal vez tu problema era que tenías una idea muy rígida de cómo debían ser los partidos, y en la medida que empezaban a aparecer obstáculos y problemas, te ibas descorazonando.

El discípulo se sintió identificado, asintiendo con un gesto.

-Entonces -prosiguió el Maestro-, al partir de una premisa falsa y en la medida que la realidad iba irrumpiendo, tu mente solo producía negatividad. Pero el problema principal no eran las difíciles circunstancias, sino tu errada idea de cómo debía la realidad.

-Entiendo a medias…

-Si vos no hubieras partido de la errónea idea de que el partido no presentaría grandes complicaciones, no te habrías frustrado tanto con la realidad. Si hubieras sido verdaderamente consciente que existirían muchos problemas, tu mente no habría producido tanta negatividad.

Por otra parte, saber que la adversidad que uno vive en determinado momento, es siempre pasajera, implica una gran madurez. Creer que lo que estamos viviendo es definitivo, es un error, porque la vida es algo muy dinámico. No hay mal que dure cien años. Ni bien que dure cien años, -completó el Maestro.

-Esto último me pareció impresionante. Cuando yo era deportista me costaba mucho sobreponerme a la adversidad. En parte como decís,  porque aunque intelectualizaba que habría problemas, mi corazón no estaba preparado para soportarlos. Por otro lado, tendía a considerar los momentos como algo definitivo. Entonces si mi rival estaba jugando increíblemente, yo asumía que él seguiría así todo el tiempo y me aplastaría. Con ese sentimiento, era muy difícil revertir la situación.

-Y también te pasaría lo opuesto: o sea, creer que porque las cosas te salían bien, te saldrían así toda la vida. Cuando eso nos pasa, la realidad suele mostrarnos nuestra equivocación estrellándonos contra la pared.

-Totalmente.

-¿Alguna cosa más te llamó la atención de esa biografía?

-Muy relacionado con lo que estamos hablando, la fortaleza de ese hombre. Pero lo interesante fue registrar que esa fuerza no le viene como algo genético, sino que está en su voluntad. O sea, pese a los problemas, obstáculos y dificultades que se le presenten, él decide seguir adelante. No se queja ni lo sorprende una realidad problemática, sino que busca por todos los medios sobreponerse a ella.

-Un clásico…

-¿Sí?

-Claro, es imposible llegar lejos sin una determinación de hierro. La vida siempre es difícil. Y te diría que en muchos casos, es extremadamente compleja. Si no tomamos la decisión de seguir adelante pese a todo, cualquiera de las olas maremotas que suele haber, nos sepultan.

-En el fondo de mi corazón, pasé muchos años esperando que la vida fuera más fácil.

-Ya que hablás de un tenista, te cuento un par de síntesis maravillosas de otras estrellas de ese deporte que te gusta.

-A ver…

-Una vez le preguntaron a Guillermo Vilas qué consejo le daría a alguien que quisiera ganar Roland Garros. Su respuesta no pudo ser más corta y contundente. «El que se aguanta todo, se queda con la copa.»

-Tremendo!

-Solemos pensar que para ganar el Abierto de Francia basta con entrenar mucho y jugar muy bien durante esas dos semanas.

-¿Y no es así?

-No. Definitivamente la realidad te pondrá a prueba. Casi todos los ganadores son personas que ese año se sobrepusieron a todo. Calambres, ampollas, contracturas, fallos adversos o injustos de los jueces, presiones de los patrocinadores y de los espectadores, noches de insomnio…

-Qué ironía porque en mi interior hubiera creído que para ganar no debían existir muchas distracciones ni problemas sino que el universo conspiraba a favor de ese suceso.

-El universo conspira. Pero la determinación humana es imprescindible. No hay victoria si alguna de las dos falta. De vez en cuando es posible que gane alguien por azar. Pero son excepciones. Por lo general, detrás de cada gran logro hay alguien que resistió todo.

-Recuerdo que en mis tiempos de tenista profesional, una vez estaba en el vestuario de Wimbledon y me fui a dar un baño sauna. Entré al mismo tiempo que otro jugador. Después de un rato ya era hora de salir, pero observé que él seguía. Inconscientemente, seguí aguantando, queriendo ganarle cuando él saliera primero. Aguanté y aguanté, pero viendo que él no se movía, me asumí como un necio que competía en todo y que este caso no era una competencia. Después de todo, solo éramos solo dos jugadores dándose un baño sauna. Así que abrí la puerta y me fui.

El Maestro escuchaba con atención.

-¿Y sabés lo que pasó? Tan pronto salí, a los dos segundos salió él ! O sea que estábamos compitiendo!

-El que se aguanta todo se queda con la copa.

-Que enojo me dio!, -dijo el discípulo recordando la historia.

-La semana pasada, -retomó el Maestro, uno de los mejores tenistas del circuito dijo que era la última cirugía a la que se sometía, y que si la muñeca le seguía doliendo no iba a tener más remedio que dejar el deporte.

-¿Y?, -quiso saber el discípulo con cierta ansiedad.

-Roger Federer, el mejor tenista de todos los tiempos le mandó un mensaje muy claro. «Seguí jugando aunque te duela.» ¿No es genial?

-Pero si tenés mal la muñeca y te duele mucho no vas a rendir…

-Tal vez sí, y tal vez no. Por supuesto que el jugador tendrá que evaluar bien la situación. Pero la genialidad del gran campeón es poner en blanco sobre negro que el dolor es parte del juego. Y que si querés llegar lejos tenés que ser capaz de soportar mucho dolor.

Volviendo al principio cuando me contabas tus ideas falsas y tus prejuicios, debemos desaprender el mito de que la vida es una autopista. Atrás de toda persona que llegó lejos hay una historia de enorme sacrificio, convivencia con el dolor, capacidad de sobreponerse a infinitas frustraciones. Muchos creen que tuvieron mala suerte.

-¿Y qué tendrían que haber pensado?

-Que el juego y la vida son así! Incluyen enormes pruebas. La idea de que no será tan difícil, tan adverso, tan doloroso…es una idea falsa. Es difícil, adverso, doloroso, injusto. Solo los que internalizan y viven eso, salen adelante.

-Pero eso no aplica a todas las circunstancias…

-Por supuesto. Estamos hablando de una competencia, como bien podríamos hablar de un proyecto o una vocación. Si hablamos de vínculos es otra historia. Aunque incluir la idea de que habrá mucha adversidad y zozobra es algo muy importante. Aquellos que dicen «se acabó el amor», suelen no saber lo que es el amor. Lo que se les terminó fue la pasión. Pero se quedaron en la superficie. Y eso, en cierto sentido, sería parecido a lo que hablábamos del deporte. El primer partido que se te complicó bastante, te rendiste.

-¿Y está mal rendirse?

-No. También es parte de la vida. Todos perdemos, infinidad de veces. Lo único a atacar es nuestra falsa idea de que debía ser mas fácil. Ese es el verdadero enemigo. Vivir es difícil. Muy difícil. Siempre. Pero vale la pena.

Artículo de Juan Tonelli: ¿De dónde surgió la confusión de que vivir iba a ser fácil?

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¿De dónde surgió la confusión de que vivir iba a ser fácil?