Cuando sonó el despertador no lo pudo creer: seguía vivo. Luca estaba convencido que no iba a despertar nunca más. Ayer había sido el día más triste de su historia. Su vida era ese deporte y anoche había perdido la final del campeonato nacional después de un partido increíble.
Su verdugo le había roto el invicto un mes atrás. Pero aquella derrota tenía algo de liberador. La presión por mantener el número uno le resultaba agobiante y perder su record había servido para quitarle un peso de encima. Aunque ya era suficiente. Ahora quería ganar y volver a poner las cosas en su lugar.
Llegó a la final sin jugar muy bien, aunque con una gran dosis de confianza, después de superar a un destacado jugador internacional en las semifinales. El día de la final no había podido cumplir con todos sus rituales de descansar bien, elegir la ropa tranquilo, y estar consigo mismo. Era tal la euforia de sus amigos, que varios habían venido a su casa anticipando el festejo y él no tuvo el carácter para echarlos y descansar tranquilo.
En el vestuario se revelaría otro signo de la futura catástrofe: una zapatilla había quedado más ajustada que la otra, y pese a intentar varias veces, no había podido emparejarlas.
Llegó la hora y hubo que salir a la cancha con lo que había. Como pasa siempre en la vida.
Pese a su confianza, en pocos minutos estaba en desventaja uno a cero. Luego consiguió emparejar el partido, pero sin por ello impedir un injusto dos a cero. Después del descanso, solo quedó remar y remar. Con mucho esfuerzo empezó a asomar la justicia y ponerse uno a dos. Sintiendo miedo por toda la incertidumbre que tenía por delante para intentar remontar tanta adversidad, redobló sus esfuerzos. Con algo de la confianza recuperada y un voluntad heroica, pudo empatar el partido en dos. Todo parecía tomar un buen cauce. Sin embargo su rival no se iba a rendir fácilmente por lo que Luca debió pelear mucho antes de poder empezar a desequilibrar la balanza. A fuerza de tenacidad consiguió ponerse a un punto de ganar el último juego y con ello el partido, en una ventaja irreversible.
¿Irreversible? Todavía no había aprendido que la única certeza de la vida era la incertidumbre.
Su rival, entregado, jugó un tiro desesperado y lo embocó. Nada grave. Luego ganó otro punto. No era para ponerse nervioso, pero la ventaja tampoco daba para mucho. Un tanto muy peleado con ambos jugadores siendo conscientes lo que estaba en juego. En ese punto se podía cambiar la tendencia y que el perdedor recuperara el liderazgo emocional y se quedara con el campeonato. Nadie cedía y su rival colocó un buen tiro que Luca pudiendo jugarlo prefirió forzar el reglamento y pedir que le dieran punto a su favor porque su contrincante lo obstruía. El referí no le dio nada y se vino la noche.
Mientras discutía con el juez, Luca ya había perdido todo el control de sí mismo. Si bien seguía a dos puntos de ganar el partido, sintió que lo había perdido. Aunque multiplicó esfuerzos y voluntad, con tanto desequilibrio y miedo interior, rápidamente fue él quien pasó a estar a un punto de perderlo. Y en el siguiente tanto, el decisivo, cometió un error no forzado en el primer instante. Fin.
Tardaría años en metabolizar aquella derrota. En la ducha de ese vestuario no entendía nada. ¿Cómo se le había podido escapar el partido?
¿Por qué luego de tanto esfuerzo y haber revertido semejante adversidad, venía a perder tan estúpidamente?¿Tan frágil era? ¿O la fragilidad era un atributo de la vida?
En la cena posterior a la final, sólo había tres amigos. Gran contraste con los dieciocho que había menos de un año atrás cuando había resultado campeón. Buena forma de enterarse cómo eran los seres humanos. Al llegar a su casa era tal la tristeza y el abismo, que sintió que se iba a morir. No le quedaba ni el reflejo de supervivencia, evitando quedarse dormido de un sueño del que no se levantaría. Al revés; morirse sería una liberación a tanto dolor emocional. Como al día siguiente tenía que partir de gira internacional, puso el despertador totalmente convencido que no sonaría para él, porque iba a estar muerto.
Sin embargo, no se murió y tuvo que apagarlo y ponerse de pie y vestirse.
Era un muerto en vida. Su corazón latía, sus pulmones respiraban, pero él estaba muerto. Como un ente, tomó su bolso y partió para el aeropuerto. Sus signos vitales eran sólo formales. El no sentía nada. Tanto dolor lo había matado.
La imagen de su desequilibrio volvería a su vida una y mil veces como un fantasma. En algún sentido, nunca más sería el mismo. La confianza volvería a aparecer y le regalaría otros momentos grandiosos. Pero lo que se había ido para no volver era la infancia, la frescura, el niño. Esa muerte lo había tirado a la pista de los mortales. Había dejado el paraíso, para una más modesta y realista vida humana. ¿Y eso era bueno? Imposible comprobarlo. En todo caso, había sido inevitable.
A los diez años de aquella catástrofe, seguía recordándola como el día más triste de su historia. Y no porque no le hubieran pasado cosas más graves. Veinticinco años después, ya la vida lo había zamarreado como es habitual, por lo que reconocer a aquél fatídico trece de junio como el peor día de su vida, sonaba un poco exagerado. Sin embargo, persistía el malestar de que, proporcionalmente para sus recursos emocionales de aquél momento, ese había sido el momento más triste de toda su existencia.
Aquella derrota seguía ahí, cristalizada. Con una mirada sabia, trató de reconciliarse con ella y ver qué le había dejado de positivo. Después de mucho esfuerzo de indagar no encontró nada muy relevante.
¿Y entonces? ¿Cuál era el sentido de los golpes que no parecían servir para nada, de los que no se capitalizaba nada?
Su Maestro se lo explicaría con claridad. «-Tu ser es lo único imperdible e imperecedero. Los demás, lo podés llegar a perder todo, y de hecho, lo vas a perder todo. Una enfermedad o el simple envejecimiento te van a robar la vitalidad biológica pero no tienen porqué triunfar sobre vos.»
Ante sus ojos iluminados por esa verdad, el Maestro prosiguió:
«-El triunfo más radical es el de aquellos que no pudieron ganar y sin embargo no se dejaron vencer por la derrota en lo más profundo de sí mismos«.
Y remató: «-No hay que hundirse en la propia oscuridad. Hay que buscar la luz y todo lo que ella despierta cuando no se puede modificar nada. La paciencia es una virtud integral de la fortaleza que produce una fuerte adhesión al bien aún cuando no se puede cambiar nada.»
Habían pasado veinticinco años para que aprendiera el sentido del sinsentido. No mucho para semejante aprendizaje.
Artículo de Juan Tonelli: Más allá de la derrota.
Entendiendo la fragilidad de la vida como una de sus eternas cualidades, y que esta es solo una y que uno, (como le ha sucedido a nuestro amigo Luca y a cualquiera de nosotros), es el que se la complica y que muchas veces nos enfrascamos en angustias que lo empantanan a uno y no nos dejan crecer y disfrutar de la misma; es que debemos interpretar y esforzarnos por gozar cada día como si fuera el ultimo y no renegar por lo que se tiene ni por lo que no se ha podido tener, entendiendo que la vida es CORTA y FRAGIL. No se trata de volverse apático por la vida, sino que se trata de poner todo el empeño para tener una vida sana y feliz y que nuestras decisiones nos lleven siempre a crecer y aprender más de nosotros mismos, y a crearnos oportunidades en los distintos aspectos de nuestra existencia.
La idea es pues sacarle provecho a todo lo que Dios y la vida nos pone al frente, lucharla y batallarla hasta el final y no darnos por vencidos ante el primer escollo y que si llegamos a fracasar por cualquier motivo, que este no sea motivo de reproches ni auto incriminaciones, sino para evaluar que no se hizo de la mejor manera y corregirlo, bien dicen que del caos salen grandes transformaciones y se aprenden cosas nuevas y valiosas
Leí por allí un cuento que me gustaría compartir
Un singular caballero, pidió que al morir le cumplieran tres deseos:
1) Que excelentes médicos carguen su ataúd.
2) Que sus tesoros sean esparcidos, por el camino, hasta su tumba.
3) Que sus manos quedaran en el aire fuera del ataúd a la vista de todos.
Asombrados le preguntaron -¿Por qué?- A lo que él respondió:
1) Quiero que médicos carguen mi ataúd, para demostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2) Quiero que mis tesoros sean esparcidos en el suelo, para que todos vean que los bienes materiales, aquí conquistados, se quedan aquí.
3) Y mis manos, descubiertas, fuera del ataúd, para demostrar que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos…
…Todo lo que podamos hacer, hagámoslo con alegría. Vamos camino a la tumba, y allá no hay trabajo ni planes, ni conocimiento ni sabiduría.” (Eclesiastés 9:5-6; 10)
Recordemos que la vida es frágil… ¡Breve…! ¡Efímera…! Y como dijo Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo me iré” (Job 1:21). Job, no sólo hablaba de fragilidad de la vida, sino también, de cuán poco vale lo material.
Algunos no lo saben aún, pero, el mayor tesoro y la esencia de la felicidad, está en compartir, expresar y amar. Muchas veces… no vemos o cuidamos ¡Lo verdaderamente importante!…Obviamente que no somos perfectos , pero valemos muchísimo!.
No está muerto quien pelea!, ni quien se esmera por aprender, como nuestro amigo Luca que tardó años en descubrir esto, pero así fue, como imitando al Ave Fénix que resurgió de las cenizas, él aprendió MAS ALLA DE LA DERROTA. Nuevamente Excelente Juan! Abrazo
Gracias Diego!
Es una excelente descripción de uno de los tantos momentos que la vida seguramente nos tendrá reservada y deberemos afrontar. Yo, ahora mismo estoy paralizada de miedo, no puedo con mi circunstancia, siento que no he llegado a tocar fondo, casi ni fuerzas tengo para aferrarme a las paredes del foso a ver si evito la caída. Saludos cordiales.
Si querés compartirme lo que te pasa, podés escribirme a juantonelli@yahoo.com Mary. Un abrazo y ánimo.
Tu relato me recuerda a Cortázar, sobre todo en «Historia de Cronopios y de Famas», como «Instrucciones para subir una escalera», etc.
Por qué Natalia ?
Juan… hermoso como siempre y Diego G. que hermoso comentario.. sin palabras..
Muchas gracias Ana!
Somos portadores de energía , nos permite funcionar con autonomía , es necesario poseer discernimiento para optar por las decisiones que nos allanen el transito en este tiempo efímero de vida , que sabemos cuando comenzó pero no cuando a de terminar. La misma relatividad que está sujeta a las acciones cotidianas , todo es impredecible es la magia que se debela día a día solo hay que esperar y ….vivir …..
Muy bueno Justin, muchas gracias!
x la ironia, que tiene una intención que va más allá del significado más simple o evidente de las palabras o acciones. Y como toda ironia traducida a otro idioma no tiene sentido y por ello necesita una explicación, es decir, esta hablando en otro idioma. Saludos.
Querido amigo Juan . me encanto la historia y como de costumbre siempre en algun momento del relato me siento identificada . que difisil se torna la vida cuando una derrota nos deja marcados ,por ejemplo mi separacion fue para mi una derrota .como un partido perdido por mil goles ….y bueno , ahora voy entendiendo que no me deje vencer y ese es mi triunfo……..
Eso es lo importante Miriam. Los resultados no los podremos garantizar nunca. Qué hacer frente a ellos, sí.
Hola Juan, un gusto «conocerte».
Tu historia me hizo recordar lo que alguna vez viví. Mientras avanzaba en la lectura, me ví muy enojada con la vida, con todos (obviamente algo me pasó pero no es la cuestión). Me ví viviendo cada día sin vivir, dejándome llevar. Ví el daño que me hice, ví lo necia que fui.
Ahora sé, que con paciencia y con voluntad; la vida misma, el transcurso de los años realizan su trabajo y te renuevan y te hacen una mejor persona.
De aquella derrota ya no queda más «derrota». Sí queda el aprendizaje, y por sobre todo una Victoria.
Siempre se puede derrotar a la derrota, aprender de los errores propios o ajenos, y seguir viviendo la vida, solo hay que proponerselo!
Así es Andy…. Muchas gracias por escribirme!
Que importante y q avance, esto de la tecnología!! Pero x causa de ello hoy estoy pasando una situación muy triste…solo x hacer una pregunta a una pagina de mujeres…., mi marido q parece q siempre veía todos los sitios donde yo entraba en la PC.vio mis preguntas y se enfurecio comigo!! Hace 7años q estamos juntos, y jamás tuvo q decir o hacerme algún reclamo al respecto x q jamás había entrado alguna pagina, y menos aún hacer preguntas!! A c
Carmen… No sos su empleada, ni su esclava. Tal vez él pueda elegir no seguir su camino al lado de alguien que descubrió tiene una mirada muy diferente de la vida. Pero eso no le da derecho a someterte ni sería bueno que vos lo aceptaras. En todo caso, aprovechen esta crisis para construir sobre algo más firme y más auténtico, si es posible. Un abrazo