La vida de Martina se había convertido en un infierno. ¿En qué momento habría ingresado sin siquiera enterarse? La pregunta era pertinente porque no tenía la más pálida idea de cuándo habría sucedido. Mucho menos, asumir que lo había elegido. Como en la mayoría de las personas, pequeñas e infinitas concesiones y flexibilizaciones habían ido torciendo su rumbo vital en una dirección que nunca hubiera querido elegir. De hecho, si hubiera podido registrar que un montón de micro decisiones la iban a llevar a este puerto, se habría plantado todas las veces que hubiera sido necesario. Pero la vida nunca otorgaba esas prerrogativas.
Por lo general, el acceso a una vida infernal ocurría con infinitas sutilezas, ignoradas. ¿Serían tan insignificantes? O más bien, ¿sería la proverbial capacidad de negación de las personas?
Tenía veinticinco años de casada con un señor empresario, aunque hacía siete años que el matrimonio estaba muerto. Y no era porque no tuvieran sexo hacía años; estaba muerto. Pese a sus jóvenes 45 años, demasiada agua había corrido debajo del puente y la pareja no era un paciente en terapia intensiva. Era un cadáver frío y hediondo desde hacía mucho, al cuál nunca se le terminaba de dar la cristiana sepultura.
Lo que había funcionado muchos años, no andaba más. Martina pensó en sus cuatro hijos maravillosos y se sorprendió a sí misma preguntándose cómo era posible que hubiera decidido tenerlos con un hombre así. Inmediatamente y por enésima vez, vino a su mente las cuatro veces que había abortado. Su marido, al que solo le preocupaba penetrarla y acabar, se había desentendido de todos sus embarazos. Los que ella quiso afrontar, nacieron. Los que no, fueron abortados.
Ella tuvo que tomar las decisiones más difíciles de su vida en total soledad. Como si decidir un aborto fuera un tema superficial como realizarse una limpieza de cutis.
Esas situaciones, aunque probablemente las más extremas de su vida, no eran las únicas. Él se dedicaba a trabajar y a trabajar. Muy talentoso, emprendedor, y estafador. Todo junto. Por el último atributo, se veía obligado a convivir con abogados, ya que desayunaba con el diario y varias cartas documento. Martina sobrellevaba esta situación criando a sus hijos y ejerciendo su profesión de economista, que le permitía autoabastecerse.
Las pequeñas violencias eran cotidianas. Sin darse cuenta, Martina iba aceptando como naturales un montón de hechos que no lo eran. Claro, el departamento lujoso, la casa en el country, los autos, los viajes, emborrachaban a cualquiera. Y así fueron pasando los años, los abortos, los hijos, hasta que un día el dique se rompió por el lado afectivo.
Martina se enamoró de un hombre, quien no le prestó demasiada atención porque estaba en otra. Como su orgullo no le permitía aceptar esa situación, rápidamente enfocó para otro lado y meses después se enamoró de un político influyente, que también estaba casado.
El romance era un disparate y era claro que no tenía ningún otro destino que aflojar un poco la comprimida vida de ambos.
Sin embargo, como para los dos era la primera vez que salían del corralito matrimonial y no tenían los músculos emocionales muy entrenados, creyeron que podía ser un amor posible. No lo fue. Hubo un poco de romanticismo al principio, pero luego rápidamente la pasión devino en griteríos, peleas y hechos totalmente destemplados.
Los meses seguían pasando y Martina fue rotando de romances que durante un tiempito la hacían creer que la vida podía ser apasionante. El sueño terminó cuando su marido le mostró los documentos que le había traído el detective. Grabaciones de celular, fotos, y todas esas pruebas que hielan la sangre. Increíblemente el marido decidió seguir adelante. ¿Por amor?
Nada más lejano a la realidad. Probablemente, no querría divorciarse porque sería muy caro. O tal vez, porque no querría ver menos a sus hijos. Aunque eso era presuponer que él todavía tenía algo de corazón, cosa que no parecía. Martina, entre aturdida y atónita, siguió adelante, reduciendo sus aventurillas, aunque tampoco eliminándolas del todo ya que a esta altura, no podía.
Muchas, demasiadas veces llegó a convencerse que la vida sería así.
Que tenía que dar gracias que tenía 4 hijos sanos y buenos. Un nuevo amor prohibido la movilizó a fondo. Más años de idas y vueltas con ese novio. Infinitas margaritas deshojadas, para terminar de confirmar que, quien en realidad no la quería nada, era su marido. Sin embargo, él seguía en la casa familiar, como si nada.
El clima de la familia era infernal. Dos padres separados que compartían cuarto y cama, aunque no se tocaran. Cenas y vida con hijos que eran testigos privilegiados y víctimas del desamor y de la violencia. Y el padre de familia que aducía que no se podía ir porque sus negocios estaban muy mal, aunque fuera inverosímil. Pasaron otros años de simulaciones de negociación en los que se comprometía a irse pero nunca terminaba de concretarlo. Mientras tanto, aprovechaba para despatrimonializarse, y no tener casi ningún bien ganancial en el eventual juicio de divorcio.
La casa era un infierno. Los dos hijos más grandes ya estaban en la universidad y entendían todo. Los más chicos, pese a ser varones en colegio primario, también. La única que parecía no entender era Martina, que seguía negociando con un ser atroz, que no cumplía ni uno de sus acuerdos. Claro, era difícil asumir que ella había tenido semejante capacidad de negación. ¿Su marido había cambiado? ¿Ella había cambiado?
Dolorosamente tuvo que asumir que en realidad su marido había sido siempre el mismo.
Las razones por las que una persona se enamora, terminan siendo las mismas que por las que se divorcia.
Aquella fuerza, tenacidad y audacia que él tenía, le había brindado seguridad. Ahora en cambio, opresión mafiosa.
Se preguntó por qué le costaba tanto ver la realidad. ¿Acaso la verdad sería algo relativo? Tal vez hubiera algunas, pero éste no era el caso. Era evidente que había estado casada con un monstruo. Una y mil veces se interrogó por qué había tenido una imposibilidad tan grande de ver a su marido tal cual era. ¿Por qué aún ahora le costaba aceptarlo? Su mente le seguía explicando que era el padre de sus hijos, que tal vez era cierto que estaba quebrado, que la vida era difícil.
De repente pudo comprender el asunto con claridad. El tema era el miedo a la verdad. Registrar y -mucho peor aún- aceptar que su marido era un demonio, tenía profundas implicancias. Habría que mandar a pérdida demasiadas cosas. Lo primero, la familia. Más doloroso, la idealización de familia. O la seguridad económica con todas sus derivaciones: estilo de vida, educación de los hijos, la vejez, la enfermedad, entre las primeras que aparecieron en su mente.
Su mente hizo una asociación inmediata para recordar la obra de teatro «no seré feliz pero tengo marido». Ese título cómico, era dolorosamente verdadero y frecuente. ¿Habría que elegir entre esas opciones? ¿Felicidad versus seguridad? ¿Cuáles eran las alternativas? Un antiguo proverbio decía que los que buscaban la verdad merecían el castigo de encontrarla. ¿Sería un castigo? ¿Y acaso vivir negándola, no lo era?
Pensó en la cantidad de mentira que podía soportar un corazón. Suspirando, tuvo que asumir que la capacidad era enorme. Pero afortunadamente, tenía un límite.
Por lo general, se aguantaba muchísimo hasta que, al igual que un techo que soporta nieve, llegaba un punto en donde un nuevo copo provocaba el derrumbe de todo. Se esperanzó imaginando que después del colapso, habría una nueva oportunidad de empezar a vivir mejor.
¿Necesitaba más hechos? Recordó al pellizco de Fernando Savater. Según este escritor, nuestras almas siempre requerían un latigazo para lanzarse al ruedo de la vida. Sino, solían permanecer en su zona de confort, aunque la misma los matara en vida.
Se preguntó por qué habría tardado tanto. Indulgentemente, registró que sus dilaciones habían tenido que ver con que algunas verdades requerían mucho tiempo para ser visualizadas con claridad. Tal vez, porque estaban referidas a seres que uno había querido mucho y las emociones impedirían ver con nitidez. O peor aún, porque ciertas verdades estaban referidas a uno mismo, y eso nos resultaba casi intolerable.
También, porque el reconocimiento y aceptación de ciertas realidades conllevaría profundos cambios en la vida. Sonaba lógico entonces que, con tal de evitar o posponer la pérdida de ciertas seguridades, las personas tardaran mucho en aceptar lo obvio.
Salidos de la esclavitud en Egipto, los israelitas habían tenido que atravesar un desierto durante cuarenta años, antes de arribar a la tierra prometida. ¿No era acaso, la historia promedio de cualquier persona? Muchos años en cautiverio, sin cuestionarlo demasiado por las seguridades que proveía. Luego, un proceso de creciente opresión hasta aceptar que así no se podía seguir viviendo. Y después del día decisivo en que uno recuperaba su libertad, un largo, larguísimo camino por delante. Cuarenta años en el desierto, antes de poder llegar al lugar que ansiábamos ir.
Martina supo que estaba próxima a salir de su cárcel. Que sería muy doloroso aunque liberador. Que luego, la esperaría un largo y árido camino. Pero el hecho de sentir que por primera vez en su vida, tenía una hoja de ruta propia y veraz, la inspiró.
Artículo de Juan Tonelli: Miedo a la verdad.
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En mi caso fue la negación total de la realidad y por creer que las cosas deben llegar a su fin y uno dar el mayor esfuerzo. No tuve amantes, él ,muchas. Yo siempre disculpaba lo indisculpable,siempre me cargaba las culpas, llegué a pensar que si yo moría ,mis hijos iban a estar mejor. Yo estaba tan enferma ,psicológicamente hablando que estaba inmóvil. Llegué a bloquear en mi mente un episodio de golpes que me propinó. Desperté el día que golpeó a mi hija mayor. De ahí hasta acá pasaron muchos años. Hoy soy aquella que una vez se deslumbró por él, pero hoy sé y al empezar a leer este relato,pensé, quién se lo contó. Hoy vivo feliz, sin él todavía con consecuencias legales pero rodeada de buenos amigos ,viejos amigos,nuevos pero de fierro que me acompañaron y me siguen acompañando. Felicitaciones,me encantó
Qué bueno, Delia !!
Y muchas gracias por compartir.
Crecer, duele. Tenemos que entender que el sufrimiento no sólo forma parte de la vida, sino que además, es la fuente principal de nuestro crecimiento. Me alegra que finalmente hayas podido encontrar tu camino. El tiempo que te costó…forma parte de tu aprendizaje, de tu persona, de tu vida. Muchas personas, no lo encuentran en toda su vida.
Un beso, te felicito!
J
Que buen relato!…se parece mucho a mi historia de vida, yo a los 43 años termine con un matrimonio de 25 años de casados, hace casi 3 años comenze de nuevo, sola, no me arrepiento es mejor asi. Gracias por la historia espero mas. Besos, cariños y abrazos Sil
Muchas gracias Sil !!
Es la historia de tantos… Uno sufre mucho, se cree un estúpido, o un desdichado, y en el fondo, los problemas de los seres humanos son pocos y siempre los mismos. Y no es que «mal de muchos consuelo de tontos»; es entender que la mayoría de los problemas humanos se vienen repitiendo desde todos los tiempos. Basta con leer a los griegos. Y eso, nos tiene que servir para entender que eso que tanto nos afecta, nos hace sentir tan desgraciados…es parte del aprendizaje promedio que debemos transitar en esta vida!
Animo, besos y adelante!
J
Me conmueven las respuestas tanto como la historia. Hay sinceridad, entereza, dignidad, capacidad de compromiso, lucidez, inteligencia, soledad y… Tengo que creer en el «valor del aprendizaje», en la recuperación… Quiero creerlo. Delia, espero que todo siga cada vez mejor y ahora que sabés que es mejor estar sola realmente que sola acompañada, con hijos, amistad y renovada… recuerdes la idea victoriana: «no importa lo que se haga mientras no se sepa y nunca en casa de la mujer…» Así estas completa. Autosuficiente (en las decisiones),con tus hijos, firme en que «padre que no paga no ve a sus hijos» y a ser feliz realmente (ya pagaste tu derecho de piso).
Casarse a los 18 años, Sil, hace de la experiencia vivida una anécdota si no tuvieron hijos. Casi para aplicar el dicho de la India: «Si eso no salió es porque lo mejor va a llegar». Suerte.
No voté. ¿Cómo podría? Todos cambiamos o… sin escudarme en el «todos», yo fuí cambiando, cuationándome a fondo lo visto, escuchado, vivido. Obviamente, algunos cambios se hacen con dolor, los más importantes. Siempre me pareció importante ser autosuficiente. Tal vez por ser la mayor de siete hermanos y porque casarme no me entusiasmaba. Cuando alguna amistad se volvía sentimental… no la seguía. Limita. Pero me casé. Fué destino porque nunca, pudo darse la razón por la que estuvimos en el mismo lugar, en una reunión de relaciones de ambos más que de amigos. Conversamos y la relación siguió. Nos casamos porque resultaba mas cómodo que nuestros padres se quedaran tranquilos. Importaba estar juntos. Algo tan especial eso de sentir que siendo uno mismo le da gusto al otro y recíprocamente. Ningún autoengaño. Dimos nuestra mejor medida, nuestro diálogo tuvo todos los ingredientes de caso y se mantuvo desde que nos conocimos hasta la mañana del día en que se accidentó y murió. Siete años. Nosotros, nuestras profesiones, nuestros hijos. Todo esfuerzo tenía sentido. Fué amor. Lo breve del lapso compartido demuestra que lo era. Una parte mía murió con el y hubo una razón para seguir: nuestros hijos. Ellos fueron la razón mas fuerte, el motivo para seguir creciendo. Me casé un tiempo después porque pensé que a mis hijos les gustaría que hubiera un hombre en la casa. No se hacen así esas cosas. Fué tan hijo que se lo devolví a su madre. Y diría que en cuento se fué me sentí yo misma. Mis hijos y mi profesión son prioritarios en mi vida. Lo demás, la vida: interesante, variada, divertida, absurda a veces, sigue. Y es todo. No estoy segura de si debí escribir. No suelo contarme a mí misma porque es como duro. Sin embargo, me interesa todo lo relacionado con la mujer. Ausente en las leyes sobre los temas que la conciernen, en el lenguaje, en su vulnerabilidad psicológica (si no es golpeada puede ser quebrada por actitudes o agresiones verbales), etcs. importantes. Soy consciente de la fuerza que tienen las pautas y creencias que agrupan. Optar por tener pensamiento propio, separa del entorno acostumbrado. Se hace otro, afin. Al principio molesta aunque nunca tanto como para retroceder. La Justicia me importa, los menores, los adultos vulnerables, la violencia de género. Paradójicamente, me preocupo por mis hijos – son varones – y las mujeres nos estamos afirmando mucho. No lo releo porque quizás, entonces, lo borre. Fin.
María: muchísmas gracias por compartir tu historia.
Leí con detenimiento tu reflexión. Como habrás notado en los comentarios que hago en la página de Facebook, trato de que nos animemos a ver nuestras áreas oscuras y nuestras sombras y miserias, y no la de los demás. Por que con las propias, aunque sea difícil, se puede trabajar. Con las de los demás…depende de ellos. Uno querría que cambien para que nos molesten menos. Pero eso no pasa, ni es justo tampoco. Tenemos que hacernos cargo de nuestras vidas, en la medida de lo que vamos pudiendo.
Te dejo dos observaciones de cosas que escribiste para que las pienses.
a- «padre que no paga no ve a sus hijos». Me parece atroz. Los hijos nunca debieran ser usados como rehenes del problema de los padres. Esto no pretende justificar a padres inmaduros, tilingos, irresponsables o miserables. Nada más lejano de eso. Pero tampoco, convalidar una mecánica perversa de extorsión. Si no paga (pudiendo hacerlo), la mujer debiera encontrar otros mecanismos mas sanos que ese.
b-«Me casé un tiempo después porque pensé que a mis hijos les gustaría que hubiera un hombre en la casa. No se hacen así esas cosas» La verdad que me sorprendió tu lucidez y autocrítica. Y está bueno que uno pueda ver las macanas enormes que nos mandamos. No porque seamos tontos, ni malos, sino más bien humanos. Con intereses e interesados. Lo primero es natural, lo segundo es…evitable. Cuántas veces forzamos cosas que indefectiblemente terminarán mal. Pero esa es nuestra oportunidad. Nuestro aprendizaje. Que pagamos caro, carísimo. Y por eso, debemos aprovecharlo…
Un beso muy grande y gracias por compartir,
Me encantó la historia!!.. te despierta algunas emociones muy guardadas, y el hecho de reconocer en partes del relato la propia vida, me hace sentir acompañada,, lo de siempre: nos pasa a todos alguna vez, pero vivimos esperando . es que reconocer la verdad duele, y las inseguridades a la hora de tomar decisiones , son las que mejor funcionan para hacerte dar marcha atrás..Cuando siento esas inseguridades y los temores que afloran ante la verdad de la vida, trato de poner por encima de todo, lo mejor de mi historia: por lo general, son más fuertes las cosas lindas, los logros, las alegrías.. la familia conformada.. mientras tanto, ayuda a seguir viviendo, y observando cuál es la verdadera historia, la que voy escribiendo con mi vida. Hermosa historia!
me quede helada..parece mi historia de vida,y yo sigo así,la diferencia es que mi marido si me acompaño en mis tres embarazos..pero si,con diferencias económicas es mi historia de vida,llevo 37 años de matrimonio y hace mas de 10 que dejamos de sentir amor de pareja..nos queremos,punto..me gustaría ser feliz otra ves..gracias por esta historia,saludos
Alicia… gracias por compartir tu historia. Esto no pretende ser un alegato a la separación, ya que es algo triste y doloroso. Pero definitivamente debieras poder replantearte tu matrimonio, ver qué hay, qué no hay, que se puede reformular, y si sin fantasías (que a tu edad ya suelen estar más acotadas) ves que esto no te hace feliz, animarte a emprender otro camino. Debiera ser la última instancia, pero también es una instancia.
Un beso y gracias por tu apertura.
Juancito, la vida es como las películas, uno transita sobre las rieles seguros de un estado inalterado, que en definitiva es su zona de confort y en algún momento, deviene el detonante, donde vos citas a Savater como el pellizco. Ahí se ven los pingos!!!. Espero que no tengamos que caminar 40 años para llegar a la tierra prometida. Al igual que vos, no tengo mucha paciencia. ABZ
Yo la estoy desarrollando, Fer… no hay alternativa! Y el camino a la tierra prometida está bueno! Hecho novedoso para mí, acostumbrado a sólo llegar, despreciando los caminos…
Waw me quede helada con el relato y los comentarios , creo que somos muchos los que nos encontramos en situaciones similares . yo aun no recibi el pellizco , creo que dejo correr el agua bajo el puente porque todavia no me siento fortalecida a dar otro paso , la excusa es VOY A SEGUIR POR MIS HIJAS pero no se si es realmente asi … lo material no me importa . Empece sola de muy chica y si , en eso me siento capaz de volver a surgir de entre las cenizas como el ave fenix … Juan muy bello relato, te felicito
Muchas gracias por abrirte, Paola !!
Date tiempo. Este escrito se tiende a interpretar como que los problemas son del otro, cuando en realidad no es así. Si bien el objetivo era mostrar la capacidad de negación por miedo a ver lo que es, también es cierto que la dinámica de una pareja se hace de a dos. Por lo cual, si alguien convive con un monstruo, debe ser porque en algún lugar le conviene o interesa…
El punto es poder pararse a ver quién es el otro, y sobre todo, quién es uno. De qué nos están protegiendo esos miedos que nos impiden ver las cosas como son; a qué estamos tan aferrados que no queremos poner en riesgo….
Y darse tiempo; separarse no es una buena solución. Aunque en algunos casos, termine siendo la única.
Besos y ánimo!
J
Todo lo que leí es interesantísimo. La actitud de sincerarse – cuando la situación es propicia – se da muchísimo mas. Lo veo aquí y entre la gente que trato. Aunque sigue habiendo un porcentaje que se mantiene en «todo bien» después de haberse quejado de algo. Esas cosas que se mencionan distraídamente en una conversación como por ejemplo «Ahora dice que tiene que trabajar los domingos también porque el tiempo no le alcanza…Pero, todo bien, mañana vamos a comer afuera.» Es como una actitud defensiva por si el comentario hiciera pensar que … es raro.
Si tener o no tener un hombre al lado es muy importante para la imágen me parece genial que alguien haga una aclaración de ese tipo. Hay muchos matrimonios que duran y bien. Y no creo que lo finjan. Me enriqueció mucho poder apreciar lo rica que es la sensibilidad femenina,
la energía y el conocimiento de sí con que exponen sus experiencias. Quiero disculparme por el comentario «padre que no paga, no ve a sus hijos…» En parte me reía cuando lo escribí. Lo hice como una forma de alentar a quien aún estaba litigando. Hay mucho material interesante para intercambiar. Saldrían cosas muy valiosas . Un abrazo.
Gracias María. Por favor ayudame con el material que te parezca oportuno para explorar los problemas.
Un beso
Todos los relatosque me enriquecen ,conmueven y me impulsan un poco más a salir del confort donde no vivo,sino que sobrevivo,no creo que demore mucho más en tomar la decisión de cambiar mi vida,es un gran trabajo y un gran esfuerzo que seguro vale la pena realizar!!.En mi caso quiero ser libre,pero también quiero liberar al hombre que todavia amo.Un abrazo y fecitaciones la pagina es muy buena!
Muchísimas gracias por compartir, María José! El hombre que todavía amás necesita que lo liberes? No estará grande? No serás vos demasiado autocrítica?
Excelente relato…pareciera escrito por mi, despues de 20 años vividos como Martina, hace semanas q logre separarme de mi esposo…estoy tratando de vivir por mi.
El ….por amor me golpeaba, por amor me humillaba, por amor me hacia creer que me lo merecia,
siempre pensaba que eso era el matrimonio soportar todo a pesar de estar en riesgo tu propia vida…mi unica solucion era matarlo…hasta que conoci a una persona que me hizo entender que la vida era diferente…
no va a ser facil pero seguro que podre y no por mis hijos como decia antes…unicamente por mi aunque suene egoista…besos hermosa pagina!!
Muchas gracias por compartir tu historia Graciela. Que puedas seguir caminando, creciendo, aprendiendo. Un beso grande
Impresionante…Cómo es que los seres humanos en distintas geografías nos parecemos tanto !!!Transcurridos 25 años de casada infelizmente me convencí que era mi Destino la desgracia y apabullada por las culpas cedí en la separación a mis hijos , no sin antes consultarles si me elegían como Madre a pesar de mis inestabilidades. La solvencia de su Padre, su regularidad emocional (era indiferencia mera y llana), la vida puesta en su trabajo aunque no lo considerara «honorable» me persuadieron que iban a estar mejor y más saludables…me convencí de que la UNIDAD de los hermanos conservaría el Espíritu familiar que como el último refugio los mantendría a salvo. Lamentablemente aprendieron lo esperable…Hoy conviven bajo el mismo techo sin saber quién es el que respira a su lado. De Familia ni hablar. Compiten, se engañan, se manipulan, luchan en medio de un agobiante clima de tensión por el poder de unos sobre otros… El dinero los distrae y compensa hasta que tengan la Madurez y la Valentía de enfrentar las Verdades fundamentales Y La Madre Espera…pacientemente la VUELTA…que crezcan lo suficiente como para que la decepción y el desencanto los retorne a mis brazos…Pero mientras tantos las horas son amargas y ya no me quedan lágrimas sino profundos surcos que arrugan hasta el alma…Pero de pie…Parada y a la Espera del tiempo de los Milagros!!! Profundamente Gracias por la Imagen del Espejo de Martina…GRACIAS !!!
Adriana: muchas gracias por compartir semejante historia. Una pena que tus hijos estén «emborrachados» de consumo, y que no hayan podido aprender mejores valores, que verdaderamente les sirvan para construir una vida mejor. Tampoco es que tendrían que volver a tus brazos… Ya están grandes, y tienen su propia libertad. Aunque nuestros hijos por lo general sean lo más importante de nuestra vida, no son tu felicidad. Sino, la tentación de manipular es enorme. Pero entiendo tu dolor y el sentido de lo que decís. Ya habrá una toma de conciencia y algún «regreso del hijo pródigo». Pero bueno, escapa a tus manos. Te deseo paz para seguir caminando con tanto dolor, sin perder la confianza en la vida. Un beso grande
lei y en ciertas parte me senti identificada,hace 12 añoque me divorcie el se encargo de de jarme en la calle yo estaba tan destruida que no podia hacer pie en la realidad y debia sostener a mi ño de4 años .paso el tiempo conoci a otra persona ,mi ex cuando se entera me saca a mi hijo ,me lo rapta, solo para joderme .la justicia tardo dos años en devolverme a mi hijo,con todas las consecuencia psicologicas, que eso le produjo el 8 de marzo del2006 la justicia me dio la tenencia definitiva de mi hijo.al año siguiente me declararon cancer de pecho,el que era mi pareja en ese momento me dejosola ,asi que hice todo mi tratamiento sola si bien mis amiga s me apoyaban cuando iva hacerme ray os todos los otros pacientes ivan con sus esposas o maridos realmente lo pase muy mal .hoy estoy sola pero muy feliz. porque descubri que no necesito la presencia de un hombre para sentirme feliz
Muchas gracias por compartir tu dolorosa historia, Yaqui !!
Me quedo con el final «hoy estoy sola pero feliz, porque descubrí que no necesito la presencia de un hombre para sentirme feliz…»
Una definición clarísima!
Los seres humanos recorremos largos y dolorosos caminos para depurarnos de ideas falsas. Pensar que sin una pareja no se puede ser feliz…es un error. Porque uno en la vida puede perder todo. De hecho, perderemos toda la salud y la vida. Hay cosas más fáciles de aceptar y algunas tremendamente difíciles como por ejemplo la muerte de un hijo. Pero ¿quién podría garantizar que nuestros hijos se van a morir después de nosotros? Y si nos pasara; ¿nos negaríamos a ser felices? ¿Sólo querríamos morirnos para irnos con ellos? Por supuesto que esto es bien fácil de decir, y muy difícil de hacer. Pero es una perspectiva… Un beso grande, y muchas gracias por abrirte!
Quede fascinada me encanto que buena historia !!!!
Muchas gracias Sandra ! Identificada ?
Besos!
De causalidad, encontre esta pagina…… cuanto bien me hicieron estas historias de vida., seguramente en algunas cosas me vi reflejada……. Gracias
Qué bueno María Cristina, me alegra mucho! Por eso Aristóteles decía «los problemas de los seres humanos son pocos y siempre los mismos….»