Tulio se había comprado su Ferrari 355. Estaba feliz. La compra había sido una oportunidad, ya que la había pagado muy barata.

Desde que tenía esa máquina, varias noches por semana se mostraba por la zona de los boliches y los bares. Nunca había tenido tanto éxito con las mujeres.

También con sus amigos el vuelco había sido impresionante. De ser uno más, pasó a ser el exitoso, el genio, la persona de la que todos querían ser amigos. De repente, todos habían descubierto su talento y su liderazgo. Lo que no había pasado en los 12 años de colegio y en los 6 de la facultad, ocurría ahora. -«Al fin se dan cuenta de lo que valgo», pensaba.

Sin embargo, como usualmente ocurre en la vida, todo tiene su contrapartida. Algunos de sus amigos, presionaban mucho para manejar el auto. Tulio les explicaba que no iban a poder pagar la reparación si algo le pasaba a su F355, y cerraba la discusión. Otros, exigían que acelerara de 0 a 100 km/h en 4 segundos, y él alegaba que para eso faltaba tiempo, porque manejar a altas velocidades era mucho más complejo que pisar el acelerador.

También la relación con las mujeres fue cambiando, y en particular cuando se enamoró de Teresa. En la medida que el romance se fue consolidando, cada vez le costó más resistir la presión de su novia para que fuera menos tacaño. Ella no comprendía como alguien dueño de una Ferrari podía ser tan miserable con el dinero. Tulio, sin embargo, le explicaba que él tenía dinero porque lo cuidaba. Sin embargo, el hecho de ser cuidadoso no le alcanzaba a Teresa para comprender porqué él no la llevaba nunca a su departamento, y ni siquiera pensaba en comprar o alquilar algo donde pudieran vivir juntos.

El oficial de policía que le solicitó a Tulio que frenara y descendiera del auto, tuvo la íntima convicción de que esta pista lo llevaría directamente con los delincuentes. No se equivocaba: era uno de los Ferraris falsos que se fabricaban en Sicilia y se vendían por 20.000 euros.

Mientras lo llevaba detenido, el policía se preguntó cuál sería el sentido de gastar 20.000 euros en un auto falso. -«Por qué no se habrá comprado un Alfa Romeo original -que es un autazo-, en vez de malgastar el poco dinero que tiene en algo falso que encima es muy costoso?» La única respuesta que encontró fue la vanidad humana.

Mientras esperaba el interrogatorio en su celda, Tulio estaba tranquilo. Sabía que no estaría mucho tiempo detenido, ya que la estupidez humana no era un delito. Los investigadores buscaban a la banda de falsificadores, y no a los que compraban Ferraris falsos sabiendo que lo eran. Su serena alegría se debía a que ya no tendría que pelearse con Teresa para negarle un regalo costoso, o una vivienda conjunta. Tampoco necesitaría mentirles a sus amigos, para ocultar el motor de Fiat Palio que tenía esa Ferrari.

Tomó conciencia que él no era el único mentiroso. Ahora que estaba claro que no era rico, muchas cosas cambiarían: probablemente Teresa dejara de considerarlo el amor de su vida, en tanto que sus amigos lo volverían al pelotón de los normales, lejos del reinado con que lo habían ungido al aparecer con una Ferrari.

Se sintió liberado; no tendría nada que sostener. Lo poco o mucho que pudiera construir a partir de ahora, sería sobre bases sólidas y reales.

Pensando que 20.000 euros y una noche en la cárcel no eran un precio tan alto para semejante lección, se durmió.

Artículo de Juan Tonelli: El que se para en puntas de pie, no aguanta demasiado.